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Beneficios de tomar duchas heladas |
Este hábito puede resultar muy ventajoso si lo incorporamos a nuestra rutina.
Mejora la circulación
Es uno de los más conocidos. Muchas personas lo hacen para disminuir la sensación de piernas cansadas. Se recomienda sobre todo cuando se quiere desinflamar la piel cuando hay una hinchazón o una zona enrojecida, esto produce un aumento de la temperatura y un aumento de la vascularización, que cuando se produce el contacto con el frío tiende a disminuir la inflación.
Reduce los síntomas de la depresión
Se sabe que la exposición al frío activa el sistema nervioso simpático y aumenta el nivel sanguíneo de beta-endorfina y noradrenalina y también aumenta la liberación sináptica de noradrenalina en el cerebro.
Despeja y activa mente y cuerpo
El principal efecto que vemos directamente cuando nos duchamos con agua fría es el hecho de que nos activa y despeja. Los receptores térmicos y las neuronas situadas en la piel se activan para mandar un mensaje de alerta al resto del sistema, generando una respuesta por parte del organismo en forma de activación generalizada ante el frío.
Mejora tu estado de ánimo
Ducharse con agua fría tiene efectos relevantes en el estado de ánimo. Y es que el choque térmico con el agua fría hace que se estimule la producción de noradrenalina en el cerebro, lo que en último término va a generar una mayor activación y una leve mejoría del humor, aliviando el estrés y la ansiedad.
Incrementa la oxigenación
Cuando nuestro cuerpo entra en contacto con agua muy fría, inmediatamente solemos empezar a acelerar nuestra respiración. Ello está vinculado a la anteriormente citada alteración y aceleración cardiovascular. El cuerpo necesita una mayor cantidad de energía para hacer frente al frío, lo que implica acelerar la adquisición de oxígeno. Así, aumentan los niveles de oxígeno de nuestro organismo, así como el ritmo con el que la sangre circula por el cuerpo.
Acelera el metabolismo
Como se ha indicado anteriormente, ante la presencia de frío nuestro cuerpo va a empezar a demandar energía con el fin de poder mantener la temperatura interna en niveles adecuados. Para ello, genera una aceleración del metabolismo, consumiendo los recursos almacenados en el organismo. La consecuencia de esto es que con la exposición al frío empezamos a quemar azúcares y grasas para mantener la temperatura corporal a niveles aceptables.